BIG DATA
Con motivo del reciente tema de actualidad de las filtraciones de información de usuarios por parte de Facebook, la mayor red social del planeta, voy a hablar en esta entrada de un factor muy a tener en cuenta a día de hoy como es el Big Data, sin duda un elemento clave en futuro y desarrollo de la disciplina. A pesar de que las filtraciones se produjeron con fines políticos y no comerciales, muchas conclusiones pueden ser extrapolables. Se trata de un factor muy a tener en cuenta, como he dicho previamente, en todos los aspectos del marketing, no sólo en la comunicación o más específicamente en su modalidad más tradicional, la publicidad, en la que nos vamos a centrar en estas líneas (no olvidemos que la publicidad es la mayor fuente de ingresos de todas las redes sociales, no sólo Facebook). Sin duda, la información es poder, y ofrece una gran ventaja a las empresas tener información de primera mano acerca de su público específico, ya que permite ser más precisos y eficaces a la hora de elaborar una estrategia de marketing en todos los elementos del marketing mix. El Marketing es sin duda una disciplina en constante evolución

El concepto de Big Data ya forma parte de nuestro día a día, facilitando la toma de decisiones, incluso en tiempo real y generando nuevas oportunidades de negocio. Las empresas ya están utilizando Big Data para entender el perfil, las necesidades y tomar el pulso a sus clientes sobre los productos y/o servicios vendidos (otros elementos del marketing mix). Esto adquiere especial relevancia ya que permite adecuar la forma en la que interactúa la empresa con sus clientes y en cómo les prestan servicio. Pero ¿cómo afecta esto al ámbito publicitario?
La expansión de Internet y las tecnologías de la comunicación ha impactado en campos tan diversos como la economía, los negocios, la industria y la gerencia, derivando en cambios fundamentales.
Mientras antes se lanzaban mensajes a toda la población, ahora se busca encontrar al cliente ideal, aquel que puede hacer uso de nuestro producto o servicio para satisfacer sus necesidades, el llamado “buyer persona”. Así, se empezó a planificar la distribución de la información a los clientes interesados en estos productos o servicios en los lugares adecuados, a un precio asequible, en un momento apropiado. Tras la adopción de esta forma de dirigir los esfuerzos de publicidad, los resultados no tardaron en aparecer.
Cada vez que utilizamos un teléfono inteligente, un ordenador o cualquier dispositivo con conectividad a Internet, dejamos un rastro de datos, una especie de mapa sobre nuestra conducta digital. Todo esto se almacena en grandes bases de datos, conocidas como Big Data. Mientras más detalles se añaden al Big Data, más oportunidad se tiene de hacer predicciones sobre posibles escenarios futuros que, con un correcto análisis, pueden ayudar a dirigir las decisiones de marketing y publicidad para obtener mejores resultados. Es así como el análisis de Big Data, basado en un modelo de uso de la información en tiempo real, crea oportunidades para desplegar anuncios sólo para los clientes interesados en el producto o servicio. Esto implica que los recursos destinados a la publicidad digital son utilizados de forma más eficiente.

Pero a todo lo expuesto con anterioridad, quiero añadir una última observación. Tal y como dije, la información conlleva un gran poder, pero hay que matizar la cuestión desde un punto de vista más ético o moral. Este gran poder implica una gran responsabilidad o deber por parte de quien gestiona esa gran cantidad de información. El destino de ella, que en la mayoría de ocasiones es personal, puede ser muy peligroso, teniendo en cuenta los maquiavélicos usos que se pueden hacer de ella y las malas manos a las que puede llegar a caer. En la sociedad actual debemos de hacer una consideración: ¿merece la pena el riesgo que asumimos al hacer accesible (y en este caso estoy presumiendo que voluntariamente) nuestra información a otros? Más problema se añade si aquellos que deben garantizar nuestra seguridad y preservar nuestros derechos son los primeros que hacen un uso cuestionable de ella. Sin duda, la facilidad de acceso a nuestra información es uno uno de los grandes peligros en nuestro porvenir, porque, debido a la velocidad que ha tomado en los últimos años, no somos realmente conscientes de la magnitud del asunto. Me temo que nos daremos cuenta de ello de forma muy repentina.


El concepto de Big Data ya forma parte de nuestro día a día, facilitando la toma de decisiones, incluso en tiempo real y generando nuevas oportunidades de negocio. Las empresas ya están utilizando Big Data para entender el perfil, las necesidades y tomar el pulso a sus clientes sobre los productos y/o servicios vendidos (otros elementos del marketing mix). Esto adquiere especial relevancia ya que permite adecuar la forma en la que interactúa la empresa con sus clientes y en cómo les prestan servicio. Pero ¿cómo afecta esto al ámbito publicitario?
La expansión de Internet y las tecnologías de la comunicación ha impactado en campos tan diversos como la economía, los negocios, la industria y la gerencia, derivando en cambios fundamentales.
Mientras antes se lanzaban mensajes a toda la población, ahora se busca encontrar al cliente ideal, aquel que puede hacer uso de nuestro producto o servicio para satisfacer sus necesidades, el llamado “buyer persona”. Así, se empezó a planificar la distribución de la información a los clientes interesados en estos productos o servicios en los lugares adecuados, a un precio asequible, en un momento apropiado. Tras la adopción de esta forma de dirigir los esfuerzos de publicidad, los resultados no tardaron en aparecer.
Cada vez que utilizamos un teléfono inteligente, un ordenador o cualquier dispositivo con conectividad a Internet, dejamos un rastro de datos, una especie de mapa sobre nuestra conducta digital. Todo esto se almacena en grandes bases de datos, conocidas como Big Data. Mientras más detalles se añaden al Big Data, más oportunidad se tiene de hacer predicciones sobre posibles escenarios futuros que, con un correcto análisis, pueden ayudar a dirigir las decisiones de marketing y publicidad para obtener mejores resultados. Es así como el análisis de Big Data, basado en un modelo de uso de la información en tiempo real, crea oportunidades para desplegar anuncios sólo para los clientes interesados en el producto o servicio. Esto implica que los recursos destinados a la publicidad digital son utilizados de forma más eficiente.

Pero a todo lo expuesto con anterioridad, quiero añadir una última observación. Tal y como dije, la información conlleva un gran poder, pero hay que matizar la cuestión desde un punto de vista más ético o moral. Este gran poder implica una gran responsabilidad o deber por parte de quien gestiona esa gran cantidad de información. El destino de ella, que en la mayoría de ocasiones es personal, puede ser muy peligroso, teniendo en cuenta los maquiavélicos usos que se pueden hacer de ella y las malas manos a las que puede llegar a caer. En la sociedad actual debemos de hacer una consideración: ¿merece la pena el riesgo que asumimos al hacer accesible (y en este caso estoy presumiendo que voluntariamente) nuestra información a otros? Más problema se añade si aquellos que deben garantizar nuestra seguridad y preservar nuestros derechos son los primeros que hacen un uso cuestionable de ella. Sin duda, la facilidad de acceso a nuestra información es uno uno de los grandes peligros en nuestro porvenir, porque, debido a la velocidad que ha tomado en los últimos años, no somos realmente conscientes de la magnitud del asunto. Me temo que nos daremos cuenta de ello de forma muy repentina.

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